En los primeros años de vida, los miembros de la familia proporcionan los cuidados fundamentales de «pan, techo y abrigo» para satisfacer las necesidades más básicas. Sin embargo, para lograr una formación integral del individuo, también es importante prestar atención al apoyo emocional y de bienestar necesario para una inserción efectiva en la sociedad durante la adultez.
Durante este período y en los subsiguientes, es necesario prestar atención a:
-El desarrollo cognitivo, implica trabajar el razonamiento, la memoria, el lenguaje, la resolución de problemas, la comunicación, etc.
-El desarrollo físico, está dado por los cambios en la estructura física y biológica del cerebro, músculos, sistema nervioso, sentidos, huesos, etc. Por lo mismo, la falta de nutrientes en el organismo por la inadecuada alimentación, puede retrasar el crecimiento de la persona.
-El desarrollo emocional, es la base de la organización psicológica y de estabilidad de un individuo para dar y recibir afecto, fortaleciendo su autoestima.
-El desarrollo social, frente a la influencia del ambiente puede ser múltiple, desde el clima, al acceso a la información que entregan las tecnologías o diferencias socioculturales. El entorno podría propiciar el crecimiento o estancarlo, por ello, la preparación es importante.
La familia se prepara para la vida al brindar los primeros cuidados, esenciales para el desarrollo de la autoestima, autonomía y marco normativo en los niños. Estos aprenden de manera absorbente a través de las enseñanzas que les brindan los adultos significativos basados en sus conocimientos y experiencias.
Luckemann (1968) explican que el individuo no nace como miembro de una sociedad, sino que se le induce a participar en ella mediante la asimilación de un conjunto de normas, valores, creencias, costumbres y relaciones con otros individuos, entre otros aspectos que conforman una estructura social. La familia y la escuela son los agentes más influyentes en este proceso de socialización.
Así, se produce la socialización primaria en la cual un niño(a) adquiere las primeras pautas de normalización y formación de su identidad al interior de la familia. La socialización secundaria, permite incorporar otras pautas de convivencia y relación proveniente de otros ambientes, que le permiten asumir nuevos roles, diferentes a los enseñados por la familia de origen o elegida (ejemplo: la escuela, club deportivo).
La labor de la educadora de párvulos es esencial para el desarrollo cognitivo, emocional, psicomotor y social del estudiante. Si un niño(a) no recibe los cuidados necesarios o no asiste a la escuela, tendrá menos oportunidades de desarrollo. La educación ofrece un modelo para reforzar los aspectos que podrían estar fallando en la familia de origen, tales como valores y habilidades sociales. La forma en que las familias resuelven conflictos también sirve de modelo, ya que la resolución de problemas puede fomentar la creatividad, la responsabilidad y el compromiso. Además, los padres tienen un rol importante como guías y autoridades frente a sus hijos.
La primera etapa evolutiva se inicia cuando el niño(a) alcanza la edad escolar y finaliza cuando cumple con los 13 años de escolaridad obligatorios y garantizados en Chile. Durante esta etapa la familia promoverá el logro de la sana autonomía, con el apoyo de educadores y profesores. Los padres los primeros años generan las bases de confianza, los sentimientos de apego y cuidado, transformándose en referentes.
En esta fase se produce un cambio en la relación entre padres e hijos, donde los padres entregan a la escuela a lo que más quieren y esperan que reciban el mismo cuidado y protección que en casa. Sin embargo, la dinámica de relación es diferente, ya que se trata de una formación con un enfoque pedagógico, y los educadores o profesores están a cargo de un número mayor de alumnos por aula, generalmente de 25 a 45.
Así, el niño(a) se empieza a separar de la familia, disminuyendo el número de interacciones entre el niño(a) y la familia, al igual que las intervenciones sobre el manejo de normas y la disciplina. Con ello, la familia empieza a utilizar con menor periodicidad el castigo físico, se incrementa el uso de técnicas inductivas, como la retirada de privilegios y el control del hijo apelando a su responsabilidad (Rodríguez, del Barrio y Carrasco, 2011: 108-109).
Los niños(as) se abren a nuevas experiencias, establecen amistades con sus pares, aprenden juegos generando una nueva red de relaciones con diversas y variadas formas de crianza. En esta etapa las relaciones son estables, los amigos ofrecen compañía basadas en el juego y el valor de la amistad, si bien no es una regla, es habitual que las amistades sean del mismo sexo.
La escuela es un lugar donde los estudiantes adquieren diversos conocimientos y habilidades que les permiten comprender, valorar y aplicar contenidos importantes para su desarrollo cognitivo. El educador o profesor, a cargo de un grupo de alumnos, se convierte en un modelo a seguir y esencial para la formación de la personalidad.
En esta etapa, es crucial lograr una sincronización entre dos procesos de formación que avanzan en paralelo (familia y escuela) y que a menudo no se comunican adecuadamente entre sí. Por lo tanto, es importante establecer una coordinación planificada para lograr un compromiso efectivo y una responsabilidad compartida.
Maganto (2004) señala que los mayores problemas que se presentan son: irse a la cama, la televisión, el tiempo libre, los amigos, el dinero, la ropa, la satisfacción inmediata de deseos, la ayuda en las tareas del hogar y el acompañamiento de las actividades escolares.
La educación infantil cumple cuatro funciones básicas, Fernández y Ponce de León (2012):
- Educativa: media para el efectivo desarrollo físico, mental, moral y social.
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Asistencial: provee los cuidados necesarios mientras los padres ejercen funciones laborales.
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Social: favorece la comunicación intergeneracional, provocando la socialización secundaria.
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Preventiva: facilita el diagnóstico precoz de anomalías físicas o psíquicas, y la integración a programas de apoyo social o de integración.
A partir de los 7 años, la escuela adquiere una importancia mayor y comienza a superar el ámbito familiar. Durante esta etapa, los padres siguen desempeñando su rol de autoridad y protección, incluso ante situaciones imprevistas como la separación, con el objetivo de preservar la imagen y relación ya establecida.
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